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El encanto de la arquitectura parisina 

El encanto de la arquitectura parisina 

¿Por qué me gusta tanto París? De todas las capitales europeas París representa el hechizo romántico, los paseos a la orilla del Sena, los escaparates de la Rue Royale, las terrazas para disfrutar un café y un croissant… Pero cuando viajo a París hay algo que no puedo dejar de admirar: la arquitectura parisina.

Y no, no te voy a hablar hoy de la Torre Eiffel, que seguro que conociste en tu primera visita (y vuelves a ver una y otra vez, porque te encanta). Tampoco del Louvre, el Arco del Triunfo o Notre-Dame (espero que la conocieses antes del incendio, porque hoy está llena de andamios).

Lo que quiero es contarte cosas que me encantan de la arquitectura parisina y que hacen que cada visita sea un descubrimiento.

¿Me acompañas? Vamos...

Pasear por París ¿se puede tener un plan mejor?

Si puedes hacerlo, hazlo. Yo sé que cada vez que se visita París hay mucho anotado en la agenda y todo es interesante. Pero si tienes unas horas libres elige dar un paseo por alguna de las zonas señoriales y piérdete por las calles… Encontrarás maravillas en cada esquina.

Pero antes, voy a sugerirte algo que te meterá de lleno en la atmósfera de la ciudad. Tienes que elegir un outfit que encaje con la ocasión.

¿Hay algo más parisino que las rayas? Y no, no es un cliché. Ponte una marinière y ya estás mimetizada con el entorno.

 

Además, mezclado con un par de cadenas, como la BlossomKira o Yoko, y un par de anillos plug zigzag, ¡tenemos lookazo!

Como curiosidad, ¿sabes que es atuendo oficial de la marina francesa, y que se dice que debe tener 21 rayas, en recuerdo de las 21 victorias de Napoleón frente a los británicos? 

El inconfundible estilo de Haussmann y su huella en la arquitectura parisina

Si hay algún “padre” de la modernidad parisina, sin duda es Haussmann, que rediseñó el urbanismo de la ciudad en el siglo XIX y puso las bases de lo que hoy conocemos.

Por orden de Napoleón III, se demolieron miles de edificaciones medievales y se ampliaron las calles. Se crearon las avenidas anchas y luminosas, y se levantaron manzanas completas de edificios en piedra, con los avances de la época (agua corriente, alcantarillado, iluminación en las calles).

Si alguna ciudad se ha reinventado, esa es París.

Recuérdalo cuando te des un paseo entre espectaculares edificios señoriales, y fíjate en los detalles. Los edificios tienen una altura similar y, aunque son diferentes, forman parte de un mismo paisaje. 

Las diferencias están en la ornamentación, en las ménsulas o soportes de los balcones, las molduras y las  columnas. Verás que siempre hay detalles que dan personalidad a los edificios.

Fue en esa época cuando empezaron a abrirse locales comerciales en las plantas bajas. Aparecieron los cafés y la vida en la calle.

Si puedes, asómate a algún portal. Con suerte encuentras alguno abierto y puedes echar un vistazo a esas entradas monumentales, con garita de portero la mayoría de ellas.

Algunas dan a encantadores patios interiores, ocultos desde la calle, desde los que se accede a las viviendas.¿Y si tienes aún más suerte, qué puede pasar? 

Que puedas conocer uno de esos apartamentos por dentro. Si está rehabilitado con gusto (¿por qué no iba a estarlo?) encontrarás estancias  muy amplias y  grandes alturas. Suelos de madera natural y techos de ensueño, decorados con molduras y rosetones. 

 

Elige una terraza: la arquitectura parisina a tus pies

¿He dicho a tus pies? Sí, porque aunque los cafés parisinos a pie de calle son un clásico (que tampoco te debes perder), otra cosa es elevarse a las alturas y elegir una de las muchas terrazas donde puedes tomarte un café a media tarde o un cóctel nocturno, con la ciudad como escenario. 

 

Muchas azoteas en edificios históricos se han habilitado para ese uso. Las hay de muchos estilos: sofisticadas, trendy, íntimas, vibrantes…

Te recomiendo una desde la que puedes disfrutar de unas vistas de la capital que te van a dejar sin aire. En el Hotel The Peninsula Paris (cerca del Arco del Triunfo) tienes una de las azoteas más espectaculares de la ciudad. 

 

Con la Torre Eiffel siempre presente en el perfil urbano, déjate hechizar por los característicos tejados parisinos. Los de la época de Haussmann estaban construidos en cinc o plomo, con mansardas, esas típicas ventanas para iluminar los desvanes.

Puedes elegir el restaurante (L’Oiseau Blanc) o el bar (Le Rooftop). Cualquiera de las dos opciones te va a regalar unas vistas que se te quedarán grabadas.

Mi consejo: vete al atardecer y deja que se haga de noche. No te olvidarás nunca. 

¿Qué otras postales de París tienes tú guardadas en la memoria? Cuéntame cuál ha sido la imagen de la arquitectura parisina que más te ha impactado y me la anoto para mi próximo viaje